Hace pocos días regresé a Lima (la ciudad que me acoge por estos días) de un viaje vacacional a un país del cual tenía gran expectativa desde hacía varios años, Ecuador, específicamente Quito y Guayaquil, especialmente en esta última ciudad tenía un gran interés, pues hace algún tiempo la contemplé desde un avión como un lugar hermoso. (así se ve desde el aire 🙊 en tierra la cosa cambia un poco)
Este avión se vio obligado a aterrizar en guayaquil por condiciones desfavorables cuando debía aterrizar en
Quito como escala hacia Brasil y desde ahí me había quedado en el corazón la espinita de volver algún día.
(En cuatro oportunidades en las que he podido
aterrizar en esta localidad he tenido que poner a prueba mis nervios ya que
nunca se ha podido realizar en el primer intento, en la última vez, casi al
bordo de un ataque mi vecino de asiento me dijo, tranquila, esto es muy común,
casi rutina, no te preocupes... así que cuando sea tu turno de viajar hacia esos lares no olvides una
pequeña dosis de valeriana).
En cuanto a si mi gran expectativa se cumplió, pudiera decir que viví una experiencia turística mucho más satisfactoria en Quito, pues personalmente encontré esta ciudad mucho más interesante, amigable y cómoda que Guayaquil. (mas detalles en la segunda parte)
En cuanto a si mi gran expectativa se cumplió, pudiera decir que viví una experiencia turística mucho más satisfactoria en Quito, pues personalmente encontré esta ciudad mucho más interesante, amigable y cómoda que Guayaquil. (mas detalles en la segunda parte)
A continuación, les voy a
compartir los lugares más especiales para visitar de ambas partes, por supuesto
de acuerdo a una experiencia particular, ya que cada visitante encuentra
diferentes enfoques turísticos de acuerdo a sus intereses.
Antes de comenzar quisiera
mencionar que es la primera vez que voy a un viaje sin investigar antes, sin
hacer una lista de imperdibles, ni de consejos en www.tripadvisor.com.
Me fui un poco a
ciegas, un poco a la antigua, me permití fluir en una experiencia más libre
confiando en el criterio turístico de mis adorados acompañantes, y confirmando
una vez más en viejo refrán, “Preguntando se llega a Roma”.